Como TECS campamentos de verano cambió mi vida
Dicen que son los pequeños momentos los que nos definen, en mi caso no podría ser más cierto.
En concreto un pequeño momento, el momento en el que mis padres me pusieron una batería de catálogos delante y me dijeron que eligiera en qué campamento quería pasar el verano.
El momento de la elección
Por aquel entonces yo tenía 16 años y la verdad no me hacía mucha gracia, había ido de campamento antes y no me apetecía pasar el verano haciendo lo mismo de siempre, manualidades y actividades más diseñadas para niños de 5 años que para adolescentes. Además, los catálogos que me habían entregado eran todos de campamentos en inglés, genial, lo que me faltaba, pasar el verano estudiando inglés… No entendía porque mis padres me castigaban estudiando en verano, había sacado todo sobresalientes y mi nivel de inglés estaba muy por encima de la media para alguien de mi edad.
Resignado me senté a ojear los diferentes catálogos, después del segundo catálogo estaba cansado y frustrado, pero no me quedaba más remedio que elegir uno, abrí el tercer catálogo. Este catálogo en concreto era de una empresa llamada TECS y era el favorito de mis padres, una buena amiga se lo había recomendado. Después de ojear el catálogo, ver las actividades y compararlo con los otros dos he de admitir que no tenía mala pinta, pero seamos sinceros, tenía 16 años y no me iba a rendir tan fácilmente, eso de admitir que me había equivocado y esto podía ser, de hecho, divertido simplemente no iba conmigo. De mala gana les dije a mis padres que el que más me gustaba era el campamento de verano TECS y me resigné a pasar dos semanas en Sancti Petri, lejos de mis amigos.
Y llegó el día de salida para ser campista.
Entramos en el invernadero de Madrid Atocha y me uní al grupo, ya nos empezaban a hablar en inglés, que pereza. Nos montamos en el tren y enseguida hice muy buenas migas con el resto de chicos y chicas que iban conmigo, a lo mejor esto no estaba tan mal.
Para cuando me fui a la cama el último día había hecho nuevos amigos, me lo había pasado genial en la primera velada y tenía una sonrisa de oreja a oreja, pero quedaba el último escollo, la clase de inglés. Me levanté con mis compañeros y todo lo que podía pensar era lo poco que me apetecía ir a clase en verano y entonces empezó la clase. Desde luego no era una clase del cole, mucho más divertida y después de una hora estaba completamente inmerso en las dinámicas. Esto era distinto, más divertido, más práctico y por primera vez en mucho tiempo sentí que la clase de inglés suponía un reto y una oportunidad para aprender.
Esto pintaba bien y de manualidades nada, ¡proyectos pensados para gente de mi edad! Y de las actividades que decir, espectaculares, sobre todo las veladas. Después de 15 días me había divertido como nunca, había hecho docenas de amigos, había mejorado notablemente mi inglés y me había dado cuenta de que mis padres, lejos de castigarme, me habían brindado la que sería la mejor oportunidad de mi vida, ni siquiera yo era lo suficientemente cabezota para no admitir lo equivocado que estaba.
El despertar de una pasión que no sabía que tenía.
Cuando fui demasiado mayor para ser campista empecé trabajando en los campamentos de verano TECS como Crew Member (una especie de alumno en prácticas) y no solo encontré una oportunidad genial para desarrollarme personal y profesionalmente, sino que me sentí parte de algo mayor, de una institución con uno valores y una pasión por la educación tales que despertaron en mí una pasión que no sabía que tenía.
Años después sigo desarrollando esa pasión con una misión y visión única, poder brindar a niños y niñas de toda España la oportunidad que cambió mi vida y de la que tanto me he beneficiado.
Cuanto tengo que agradecer a mis padres por poner esa pila de catálogos delante de mí… ¿te apuntas?
Enrique Bodega. Director de bienestar y comunicación parental.